Más del 50% de los varones en estado de embriaguez tiene dificultades para mantener una erección, ya que la bebida inhibe el buen funcionamiento del sistema nervioso central, implicado directamente en la respuesta del estímulo sexual.
Un estudio reciente advierte, además, de que el 71% de los hombres alcohólicos menores de 56 años padece disfunción eréctil o falta de deseo sexual, ha informado hoy Boston Medical Group, una alianza mundial de clínicas médicas especializadas en el tratamiento de disfunciones sexuales masculinas.
Al contrario de la creencia generalizada de que la bebida mejora las relaciones sexuales, la realidad es que produce en los varones una interrupción de la erección, independientemente de la dosis tomada.
«El alcohol retarda, distorsiona y enlentece la percepción y respuesta de nuestros sentidos como reflejos, visión, audición, etcétera», ha explicado el doctor Jose Benítez.
Esto sucede tanto con el bebedor ocasional como en el habitual, con la diferencia de que en los pacientes alcohólicos estos trastornos se van convirtiendo «en crónicos» y, en ocasiones, de «carácter irreversible».
El experto ha indicado que la erección del hombre se produce como respuesta a un estímulo sexual, de modo que el sistema nervioso envía la orden y el sistema circulatorio se encarga de aumentar el flujo sanguíneo en el pene para conseguir la erección.
«El alcohol inhibe el buen funcionamiento del sistema nervioso central, por lo que si no se produce una correcta comunicación entre los estímulos, el cerebro y el sistema circulatorio se entorpece la llegada de la sangre al pene, dificultando la penetración y el coito», según Benítez.
Por ello, ha insistido en que en torno al alcohol se han creado una serie de mitos, como creer que las sustancias etílicas mejoran el funcionamiento sexual, pero la realidad es que provoca trastornos en los mecanismos de la erección, produciendo disfunción eréctil transitoria en muchos casos.
Esta situación, ha proseguido, representa un «fracaso» para el hombre y a partir de ahí comienza a desarrollar «sentimientos de ansiedad que dificultarán la respuesta de excitación sexual en el siguiente encuentro».
De esta forma, se puede establecer un «círculo vicioso» que lleve al desarrollo permanente de una disfunción eréctil en el varón, porque incrementa su preocupación por saber si tendrá o no una erección adecuada que finalmente tenga que ser tratada por un especialista.
Los efectos que la bebida produce en el cuerpo son innegables, desde la evidencia científica, puesto que es un estimulante del apetito, tranquilizante, sedativo y produce sensaciones positivas como la desinhibición.
El doctor ha precisado que estas sensaciones se producen por un consumo moderado, comprendido entre 30 y 60 centímetros cúbicos, lo que equivale a dos copas.
«En el momento en que estos límites se traspasan, el bebedor consigue liberarse de sus miedos y de la timidez, y de esta forma se incrementa la autoestima», ha argüido.
Pero por el contrario, ha apostillado Benítez, si estos límites se traspasan pueden dificultar las relaciones interpersonales y, a pesar de que el alcohol pueda despertar un estímulo erótico alto, interfiere en la capacidad de mantener una erección adecuada.