Después del nombre (a veces incluso antes), la pregunta más común entre dos hombres gays que están buscando un contacto suele ser la de los roles. Pero ¿cuándo y por qué se volvió una prioridad saber quién es activo y quién pasivo? Más aún: la penetración anal, que de eso estamos hablando en definitiva, ¿define nuestro sexo?
Se supone que vivimos en una sociedad (la occidental) con la libertad para explorar nuestra identidad. Sin embargo, la presión por identificarnos como activos o pasivos parece estar limitando nuestra libertad sexual. Esta paradoja ha motivado varios artículos en los últimos tiempos.

Entre ellos, el bloguero “matty_293” del sitio Same Same se pregunta si “la penetración anal define nuestra forma de tener sexo o es solo un acto entre dos cuerpos disfrutando un encuentro apasionado”. Parece lo mismo, pero no lo es. La clave es dónde ponemos el acento.
Una reflexión similar compartíamos hace algunas semanas, cuando publicamos “Los roles sexuales en el mundo gay”. Allí leíamos que años atrás los hombres se conocía en el ambiente gay o en la calle, y no se planteaban si eran activos o pasivos, sino que “descubrían juntos la forma de intercambiar placeres mutuos; había expectativas, curiosidad, fantasías, suspenso y sorpresas que se resolvían en la cama”.
¿Qué pasó entonces? ¿Cuándo aparecieron las etiquetas “activo” – “pasivo”? Para muchos, la culpa es de Internet. Con el surgimiento de las plataformas de contactos entre hombres, en cualquiera de sus formatos, también comenzó a “simplificarse” la versión pública de nuestra identidad: los perfiles online. Es que, justamente, el servicio que ofrecen estos sitios es que podamos encontrar rápido lo que estamos buscando. Y el primer filtro son los roles sexuales.

Ciertamente, los perfiles pueden ser bien aprovechados por aquellos hombres que llevan adelante alguna búsqueda específica. Pero también es posible que nos estén privando de la experiencia de conocer a otra persona, la aventura de descubrir un nuevo cuerpo o simplemente el placer de dar rienda suelta a una fantasía.

¿Cuánto hace que no te aventurás a un encuentro sexual, sin acordar previamente los roles?