Tenía 18 años y con novia…. pero, a veces, tenía alguna relación con otros chicos en los centros comerciales de mi ciudad. Se basaban en masturbaciones mutuas. Alguna vez me habían practicado el oral. Yo, hacía alguna que otra paja. No la chupaba.
Por cuestiones de trabajo, conocí a unos compañeros sudamericanos que provisionalmente se encontraban en Barcelona. Cuando terminó su contrato, uno de ellos me dijo, confidencialmente, que era homosexual y que visitaba un cine gay llamado Arenas. Había pasado buenos momentos, aunque el personal que frecuentaba el cine era bastante mayor. Me despedí de mi compañero pero me abrió una posibilidad.
En los sucesivos días, no podía dejar de pensar en la posibilidad de visitar ese cine. Un día, por la mañana, tenía un encargo cerca del mismo. Acabé pronto y me decidí.
Al entrar en la sala, comprobé que, en efecto, había mucho abuelo. Desde mi butaca y muy nervioso, observaba una contínua fila de hombres al lavabo. La peli era de tendencia gay. Entonces, se sentó a dos butacas un hombre de unos 40 años. Al poco, se empezó a tocar. Yo miraba de reojo pero me estaba poniendo a mil. Se levantó y me colocó en la butaca junto a la mía. No tardó en ponerme la mano en mi paquete. Vaya, chaval, estás cachondo. No contesté. Me desabrocho la bragueta y comenzó a masturbarme lentamente. A continuación, se sacó su miembro. Era enorme. Me dijo: chaval, te gusta chuparla ?. Nunca lo había hecho pero esa tranca me estaba poniendo ciego. Bajé la cabeza y me la metí en la boca. Tuve una sensación especial, como la primera vez que tienes un orgasmo. Por fin !, tenía una polla en mi boca. Viví esa situación y la sensación era magnífica. Era consciente que, por primera vez, la esta chupando. Me gustaba.
– Me la estás chupando muy bien, sigue… sigue.
Le pedí que no me presionara la cabeza. No me gustaba. Se la estaba chupando y me gustaba pero que no me presionara.
– Me pones, como la chupas. Te gusta ehh, mamoncete !. No contesté. Seguía chupando. Era una sensación nueva y muy placentera. Mientras de la mamaba, me estaba masturbando. No aguanté mucho y me corrí.
– Donde quieres la lechecita ?. Saqué la boca de su polla y de dije que me gustaría ver como sale.
– Como quieras, mira. Salieron varios chorros disparados, entre gemidos.
– Y, ahora, me la dejas bien límpia con tu boquita. Le dije que no.
– Bueno, pero ahora me toca a mí. No te voy a dejar tan cachondo.
– Lo siento, pero es que.. ya me he corrido.
– Vaya, chaval, ya veo que te pone. La verdad es que no lo haces mal pero tienes que mejorar. Cuando se chupa una polla y más una buena polla como la mía, tienes que masajear los huevos y mover mejor la lengua. No te deben centrar solo en el capullo. Ya te enseñaré. Vas venir mañana ?.
– Mañana no puedo.
– Y pasado ?
– Pasado sí, pero por la tarde.
Acordamos la hora.
Ese mismo día, al terminar la jornada laboral, me dirigí a los lavabos de un centro comercial. Estaba fuera de mí. No podía dejar de pensar en que había tenido una polla en mi boca. Una muy buena polla. Recordaba su sabor, sus venas, el enorme capullo. Estaba excitado. Un chico sudamericano llevaba bastante rato haciendo que orinaba. Nos miramos. Entramos en un reservado. Nos tocamos y no dudé en chupársela. Era una polla mucho más pequeña. Cuando estaba a punto la sacó de mi boca y se comenzó a masturbar.
– No, no, ya te la meneo yo… le dije.
No se como ese nabo, bastante pequeño, pudo sacar esos enormes chorros de leche. La pared estaba a dos metros y la salpicó a base de bien. La limpiamos con papel higiénico. El chico se marchó y yo me masturbé a solas.
El día acordado me presenté en el cine. Al poco, se sentó al lado mío.
– Veo que no has faltado a la cita.
No contesté. Vimos la película un poco, sensual pero sin imágenes explícitas. Se giró hacia mi y me besó en la boca. Mientras nos besábamos me tocaba los pezones. Era muy excitante.
– Ahora, me vas a amorrar como el otro día pero vas a seguir mis instrucciones.
– Así, así, chupa, chupa, mamoncete. Lámeme los huevos. Suavemente. Acaricialos.
Se bajo el pantalón hasta los tobillos y abrió las piernas. Me cogió la mano y se introdujo el dedo corazón en la boca. Lo llenó de saliva.
– Y, ahora, pasamé el dedo por los pliegues del ojete. Suavemente. Así, así, Notas mi culito abierto ?. Me gusta mucho. Sigue mamando. Así, así.
Yo estaba extasiado. Le estaba acariciando y lamiendo los testículos (por cierto, bastante gordos). Le estaba pasando los dedos por los pliegues de su ojete. Que sensación !. Y, además, volvía a tener aquella espléndida polla en mi boca.
– Dónde quieres la lechecita ?… era la segunda vez que lo oía.
– Donde quieras. Córrete en mi boca !..
Y así lo hizo. Se irguió y soltó todo su semen en mi boca. No me desagradó. Separé la cabeza porque yo, también, me estaba corriendo.
Nos quedamos un rato mirando la película.
– Y, ahora, te voy a hacer la misma faena, me dijo. Por qué, no te habrás vuelto a correr ?.
– Me temo que sí.
– No importa. A tu edad, seguro que te corres dos veces.
La mamada que me hizo fue descomunal. Lo mismo. Cuando con su dedo húmedo, me acarició los pliegues del ano, creía que me moría. Que gusto !. Que placer !. Me corrí en su boca.
Estucho chupando bastante tiempo después.
– Ves, así es como se hace una buena limpieza de sable. Que no quede ni una gota. Chaval, tenemos que vernos en un sitio más íntimo. Te queda mucho por experimentar.. !.
yo quiero probar contigo mmmm